Nuestro conocimiento científico sobre la biodiversidad es incompleto
Solo hemos descubierto una pequeña fracción de la biodiversidad del planeta (cerca del 10%). Tan básico es nuestro conocimiento sobre algunos grupos de seres vivos que su estado de conservación no ha sido evaluado (97%). Incluso entre aquellas especies que han sido evaluadas, la información disponible es tan pobre que se han clasificado como especies con “Datos Deficientes” (7438 especies de plantas y animales; IUCN 2010: Summary Statistics: Tables 3a/3b). Grandes áreas del planeta permanecen inexploradas, y apenas si estamos empezando a conocer la complejidad de muchos ecosistemas terrestres y marinos. Por ejemplo, la primera fase del programa científico Census of Marine Life reveló que la vida en los océanos del planeta es más rica, está más interconectada y ha sido más impactada por los humanos de lo que se esperaba. Luego de 10 años de exploración, 2700 científicos de 80 países presentaron el primer reporte del programa donde se revela el descubrimiento de más de 6000 potencialmente nuevas especies de seres vivos marinos.
Los temas científicos son la comida chatarra de los medios de comunicación
Para la mayor parte de medios, los temas científicos son un contenido barato, entregado de manera rápida, tratado a la ligera, ubicado como relleno, de perspectiva inmediatista, con tintes sensacionalista y que no genera reflexión o discusión. Las noticias científicas son manejadas por periodistas con poca o ninguna experiencia en difusión de la ciencia, que no entienden los temas más allá de los boletines de prensa que reciben y que no consultan fuentes válidas adicionales (o se basan únicamente en fuentes secundarias o compilaciones pero no en literatura primaria). El público recibe una imagen errónea de la ciencia, pues se proyecta como un mero devaneo continuo de curiosidades ingeniosas, tecnológicas e incluso contradictorias. Nuestros periódicos y revistas se ven inundados de noticias insulsas, escuetas y mal comunicadas donde un día nos dicen que exponerse al sol y tomar vino es beneficioso para la salud, mientras que poco tiempo después indican todo lo contrario. El público no aprende nada del verdadero proceso científico, no capta su objetividad, apertura y desarrollo. Por el contrario, pierde la confianza en los procesos generadores del conocimiento, tomando una actitud de cinismo, desconfianza y ligereza frente a la ciencia y siendo mucho más propenso a dejarse llevar por pseudociencias, charlatanerías y dogmas.
El manejo de los temas relacionados con el cambio climático son el mejor ejemplo de la mala práctica mediática. Estos temas han sido la comidilla de los medios de comunicación en los últimos años. Lamentablemente, en lugar de tomar perspectivas claras y objetivas, los medios han apostado por el alarmismo, la controversia destructiva y el sensacionalismo. Por años, casi todo fenómeno climático que sucede en el planeta ha sido atribuido al “calentamiento global” (término erróneamente tratado por los medios como sinónimo de “cambio climático”). Fotos de personas y ciudades afectadas por huracanes, terremotos, inundaciones, sequías, tifones y marejadas aterrorizan al público y son ligadas irresponsablemente y sin evidencia al "calentamiento global". El "calentamiento global" se transformó en el cuco de todas nuestras pesadillas. Pero en noviembre 2009, los medios cambiaron de discurso y desenfrenados dieron rienda suelta a su imaginación con el incidente “Climategate”, una filtración de más de 160 megabytes de información digital de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia. Medios de comunicación impresa y digital difundieron que los documentos infiltrados probaban que los datos de las investigaciones sobre cambio climático habían sido manipulados y que se había bloqueado a los científicos contrarios a la teoría del cambio climático antropogénico. El escándalo provocó una ruptura de la frágil confianza que el público tenía en la ciencia del cambio climático. Sin embargo, durante el primer semestre del año 2010, investigaciones independientes que examinaron el caso declararon que en la información infiltrada no hay evidencia de mala práctica científica deliberada y no hay evidencias que impugnen las investigaciones sobre cambio climático antropogénico (para más información, leer el reporte del Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes del Reino Unido; y el reporte del Panel Internacional establecido por la Universidad de East Anglia para examinar la investigación de la Unidad de Investigación Climática).
Los científicos no se involucran en la comunicación y no explican al público en términos claros y aplicables ¿por qué conservar la biodiversidad?
A pesar de ser quienes generan y desarrollan todo el torrente de conocimientos sobre la biodiversidad, muchos investigadores ven a los medios exactamente como los describí en el párrafo anterior y por eso desconfían de ellos y se mantienen alejados (mientras que a otros de plano no les interesa participar en la comunicación). Los científicos comunican sus descubrimientos al resto de académicos a través de la publicación de artículos científicos en revistas especializadas (revistas académicas que utilizan el sistema de revisores por pares o peer-review). Esos artículos, si bien describen todo el método científico involucrado en el desarrollo del descubrimiento, suelen ser técnicos y de difícil acceso para el público. Para mejorar el intercambio de información, muchas revistas científicas han empezado a generar secciones de difusión o boletines de prensa que presentan de forma más digerible los descubrimientos publicados (Un excelente ejemplo de esto son las revistas de acceso abierto del grupo PLoS Public Library of Science).
Carl Sagan |
Entonces, ¿qué podemos hacer?... eso lo discutiré en la siguiente entrada de este blog...
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El texto de esta entrada fue publicado en el artículo: Cisneros-Heredia, D.F. (2010) Entre los medios de comunicación y la objetividad científica: Un tortuoso camino para la conservación de la biodiversidad. Polemika 2(5): 22-33. La revista Polemika es una publicación periódica editada por el Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito USFQ.
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