Imagen 1: Golondrina de los Acantilados Petrochelidon pyrrhonota en vuelo. Fotografía por Don DeBold (vía Wikimedia Commons) |
El estudio analizó datos obtenidos durante los últimos 30 años en el suroeste de Nebraska (Estados Unidos), donde colonias de Golondrinas de los Acantilados (Petrochelidon pyrrhonota) anidan en puentes y pasos a desnivel a lo largo de carreteras.
Al comparar el tamaño de las golondrinas muertas a lo largo de los años, los científicos encontraron que las aves que mueren en las carreteras tienen las alas ligeramente más largas que aquellas que sobreviven. Y aún más impresionante, es que a lo largo de las generaciones en los últimos 30 años, en general las golondrinas han disminuido el tamaño de sus alas.
Imagen 2: Nidos de Golondrinas de los Acantilados Petrochelidon pyrrhonota. Fotografía por Marlin Harms (vía Wikimedia Commons) |
De manera natural, esta especie de golondrina anida en acantilados, sin embargo, las estructuras humanas proveen un excelente sitio donde anidar, a pesar de que exponen a los adultos al peligro inminente de colisionar con los autos que transitan por las carreteras. Al inicio del estudio, muchas golondrinas eran encontradas muertas en las carreteras; pero la frecuencia de muertes disminuyó drásticamente hacia principios de los 1980s. En el 2012 solo encontraron cuatro golondrinas muertas.
Existe evidencia de que alas más pequeñas permiten una mayor agilidad, lo que les permitiría a las golondrinas esquivar a los autos que transitan cerca de sus zonas de anidación. Por ende, aquellas con alas más pequeñas, sobrevivirían y podrían reproducirse, pasando así sus genes a las siguientes generaciones. Selección natural en acción.
Si bien los autores del estudio indican que no todo es debido al tamaño de las alas; esta reducción apoya la idea de que las aves se han adaptado a ambientes modificados por los humanos, de igual forma que otras especies lo han hecho.