Es claro que la situación de nuestro planeta no ha mejorado y por el contrario sigue empeorando, incluso a pesar de la gran exposición mediática. Una posible respuesta, podría ser que básicamente a los humanos no nos interesa lo que le pase al planeta. Podríamos pensar que el egoísmo humano ha superado todo parámetro lógico y no nos importa nada excepto lograr objetivos cortoplacistas, independientemente de si en el camino condenamos nuestra propia existencia. Sin embargo, y confiriendo el beneficio de la duda a los humanos, creo que hay una explicación más fuerte: Las personas no hemos tomado conciencia de la magnitud de los problemas ambientales porque existen graves fallas en la comunicación. Las personas siguen sin entender la importancia de la biodiversidad porque no es explicada adecuadamente y con la potencia necesaria. Puede que existan seres humanos que entren de plano en la primera opción del egoísmo, pero creo que la población humana en general no ha cambiado sus actitudes porque sigue sin internalizar que los humanos somos solo una parte de la biodiversidad de este planeta y dependemos enteramente de ella.
Las razones para las fallas de información y comunicación son múltiples y sinérgicas. El flujo del conocimiento se ve obstaculizado por barreras biológicas, psicológicas, socioculturales, logísticas, tecnológicas, contextuales y temporales. Estas barreras producen problemas no solo con los medios de comunicación que transmiten la información; sino también con los científicos que deberían generar y compartir la información, y con el público que recibe e interpreta las noticias:
¿POR QUÉ FALLA LA INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN?
Los humanos solo percibimos al mundo parcialmente.
Los humanos percibimos e interpretamos la realidad con errores y sesgos
Las actividades humanas parecen pequeñas e inocuas en comparación con los cambios que el planeta ha sufrido a lo largo de su historia. ¡Pero no lo son!
La exposición mediática no llega a todos los humanos por igual
Nuestro conocimiento científico sobre la biodiversidad es incompleto
Los temas científicos son la comida chatarra de los medios de comunicación
Los científicos no se involucran en la comunicación y no explican al público en términos claros y aplicables ¿por qué conservar la biodiversidad?
Aquí hablaré de las cuatro primeras razones (sobre las restantes hablaré en la siguiente entrada de este blog):
Los humanos solo percibimos al mundo parcialmente
Esto es innato, inconsciente e involuntario, no se relaciona con ningún tipo de invalidez o problema psicológico y le ocurre a todos los seres humanos. Nuestro cerebro, a pesar de su maravillosa red de conexiones neuronales, no es perfecto y tiene limitaciones orgánicas. El cerebro obtiene información parcializada, la cual percibe por medio de los diferentes sentidos. Los cinco sentidos humanos (vista, oído, olfato, tacto y gusto) tienen limitaciones y no detectan todas las señales a nuestro alrededor. Por ejemplo; de todo el espectro de ondas de luz (que abarca longitudes entre 10
-15 y 107 m), los humanos solo podemos ver una pequeña fracción entre 3,8 x 10
-7 y 7 x 10
-7 m (= 380–700 nm). De igual forma, los humanos solo escuchamos una fracción del rango total de frecuencias sonoras, entre 20 y 20000 Hz.
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La ilusión de Zollner muestra líneas diagonales
que parecen convergentes o divergentes,
pero que en realidad son paralelas. Autor: Fibonacci |
Los humanos percibimos e interpretamos la realidad con errores y sesgos
Existen muchos fenómenos cerebrales y prejuicios cognitivos que pueden afectar la forma como los humanos percibimos nuestro mundo. Por ejemplo, las ilusiones ópticas son errores en la percepción cerebral de la realidad que se ocasionan por sobre-estimulación de los sentidos o por la producción de inferencias inconscientes.
El cerebro puede verse engañado por estímulos que a pesar de ser vagos y aleatorios son percibidos como reconocibles y que forman patrones significativos o conexiones, este fenómeno psicológico es conocido como apofenia. Las creencias pueden alterar las observaciones y llevar a las personas a ver cosas que refuerzan sus creencias, incluso si otros observadores no encuentran evidencia de ello, un sesgo llamado sesgo de la creencia. Las personas preferimos, incluso de manera inconsciente, los beneficios inmediatos en lugar de beneficios que toman más tiempo en ser obtenidos (fenómeno conocido como descuento hiperbólico;
Shane et al. 2002), y nos despreocupamos de las consecuencias de nuestras acciones porque asumimos que la conservación de la naturaleza es la responsabilidad de agentes externos como el gobierno o “dios” (sesgo de la responsabilidad externa). Es común que las personas pensemos que nuestras actitudes, valores y creencias están extendidos en toda la sociedad y justificamos nuestras acciones porque “todos lo hacen” (“todos botan basura”, “todos cortan los árboles”, “todos matan animales”; actitud parte del sesgo del falso consenso). Estos sesgos y errores afectan a científicos, comunicadores y público. (Más información sobre estos temas puede encontrarse en Zusne y Jones (1989) Anomalistic Psychology: A Study of Magical Thinking. 2ª Edición. Lawrence Erlbaum Associates, Hillsdale, New Jersey, EE.UU; Gilovich (2009) Convencidos, pero equivocados. Milrazones, Barcelona, España; y en las páginas web del
Anomalistic Psychology Research Unit, University of London y de su coordinador,
Christopher French)
Las actividades humanas parecen pequeñas e inocuas en comparación con los cambios que el planeta ha sufrido a lo largo de su historia. ¡pero no lo son!
La Tierra se formó hace unos 4,5 mil millones de años atrás, e imponentes procesos astronómicos y geológicos han provocado cambios que van desde la unión y separación de continentes hasta el paso por eras glaciares. Frente a esos procesos, las actividades humanas podrían concebirse insignificantes, sin embargo, todo se debe analizar en contexto y perspectiva. Los humanos, gracias a los múltiples avances tecnológicos, hemos cambiado la forma como nos enfrentamos al mundo. La velocidad de las interacciones se ha acelerado (nos transportamos más rápido, construimos megaestructuras en tiempos record, podemos comunicarnos inter-continentalmente en tiempo real). Los cambios han pasado de ser cuestión de crones (un cron = un millón de años), milenios o siglos a ser evaluados en días, horas o minutos. Nuestras actividades son de alto impacto porque provocan grandes cambios en períodos de tiempo muy corto. En cuestión de horas, los humanos hemos transformado bosques en pastizales y en algo más de un año podemos provocar la extinción de una especie (Galbreath y Brown 2004. The tale of the lighthouse-keeper’s cat: Discovery and extinction of the Stephens Island wren (
Traversia lyalli). Notornis 51(4): 193–200).
La exposición mediática no llega a todos los humanos por igual
Las diferencias socio-económicas generan variación en el acceso de las personas a la información, en cómo reciben las noticias, cómo las interpretan y qué grado de importancia les dan (
Viswanath y Kreuter 2007). Solo una proporción de la población humana tiene acceso a los servicios básicos y vive en la era digital. De las 7 mil millones de personas que habitan el planeta, 1,7 mil millones viven en la pobreza absoluta, es decir que carecen de acceso a las humanas básicas (agua limpia, nutrición, cuidados médicos, educación, vestimenta y vivienda) (
Haughton y Khandker 2009) y solo el 24% de los humanos tienen acceso a internet (
CIA 2009). Además, la mayor parte de información sobre la biodiversidad y su conservación se produce y transmite en inglés, aunque la mayoría de países megadiversos no hablan ese idioma (
Brooks et al 2006). La pobreza y la destrucción de la biodiversidad están relacionadas y vinculadas en un círculo vicioso, por lo que fueron consideradas temas de vital importancia en la Declaración del Milenio y sus Objetivos de Desarrollo (
Ash y Jenkins 2007). Es necesario que se identifiquen estas diferencias y se utilicen las herramientas y los métodos más óptimos de comunicación para maximizar la recepción de la información a lo largo de diferentes gradientes socio-económicos.
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El texto de esta entrada fue publicado en el artículo: Cisneros-Heredia, D.F. (2010) Entre los medios de comunicación y la objetividad científica: Un tortuoso camino para la conservación de la biodiversidad. Polemika 2(5): 22-33. La revista Polemika es una publicación periódica editada por el Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito USFQ.