El doctor Andrew Pershing, de la Universidad de Maine, director del proyecto, indicó que más de 100 millones de toneladas de dióxido de carbono en la atmósfera se han liberado en el último siglo debido a la cacería de ballenas, el equivalente a la cantidad de CO2 acumulada en un bosque grande.
“Las ballenas son como los bosques de los océanos; almacenan dióxido de carbono dentro de sus cuerpos. Las ballenas, al igual que cualquier animal o planta del planeta, están hechas de mucho carbono. Y cuando las matas y las sacas del océano, estás eliminando dióxido de carbono de su sistema de almacenamiento y, posiblemente, liberándolo en la atmósfera. Por otra parte, en los primeros años de la caza de ballenas el aceite obtenido del animal se utilizaba en las lámparas. De este modo, al quemarlo, se liberaba CO2 directamente en la atmósfera. Este sistema marino es único, porque cuando las ballenas mueren naturalmente, sus cuerpos se hunden. Así, se llevan el dióxido de carbono directamente al fondo del mar. Si mueren en un lugar profundo, el CO2 quedará almacenado probablemente por cientos de años en el mar”.
En principio, los científicos calcularon que 100 años de caza liberaron una cantidad de CO2 equivalente a la quema de 130.000 kilómetros cuadrados de bosque templado. Pershing enfatizó que este volumen es relativamente pequeño si se lo compara con los miles de millones de toneladas de CO2 que los seres humanos producen al año. Sin embargo, dejó en claro que las ballenas juegan un rol importante en almacenar y transportar dióxido de carbono en el ecosistema marino.
“Con sólo dejar crecer a grupos grandes de ballenas, se pueden capturar gases con efecto invernadero en la misma medida que se proponen los esquemas de reforestación que acumulan y venden créditos de carbono. Un sistema similar podría emplearse con las ballenas para proteger y aumentar su población. La idea sería hacer un recuento de cuánto CO2 puede acumular un grupo de peces o ballenas y permitirles a los países vender su cuota como un crédito de carbono. Estos créditos se pueden utilizar como un incentivo para reducir la presión sobre la pesca o para promover la conservación de algunas de estas especies".
Otros científicos consideran que el análisis de Pershing plantea un problema interesante. Por ejemplo, Daniel Costa, investigador de animales marinos de la Universidad de California, en Estados Unidos, comentó que son muchos los expertos que están investigando la importancia de estos grandes animales en el ciclo de carbono y las ballenas podrían aportar de formas inimaginables al control del cambio climático. Y que cuando miras y analizas este tema, en seguida podemos pensar "Es tan obvio, ¿cómo no se nos ocurrió antes?"
Imágenes: Desde arriba hacia abajo, Ballena saltando, por Zorankovacevic; Ballena cazada y destazada en un barco ballenero japonés, imagen por GreenPeace.
Este artículo fue transmitido en la Radio Urbana 106.9 FM como parte del segmento "Ojo Científico" del programa Dimensión Urbana.
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