Matt Friedman coordinador de este equipo comenta: “Los investigadores creían que estos peces óseos prehistóricos sólo existieron durante un periodo corto de tiempo pero los nuevos fósiles, que tienen metros de largo y han permanecido conservados en museos sin examinar o identificar, revelan que este grupo en realidad persistió durante más de 100 millones de años durante el Mesozoico.”
Al reinterpretar los antiguos descubrimientos y analizar los nuevos fósiles, este grupo de investigadores descubrió que estos peces que vivieron hace entre 170 y 65 millones de años tenían una estrategia de alimentación de suspensión masiva, es decir que tragan agua con la boca abierta y filtran alimentos mientras el agua se escapa a través de sus branquias o grandes aperturas. Este sistema de alimentación es usado hoy en día por las ballenas, las cuales en términos evolutivos no están cercanamente asociadas pues son mamíferos, y la convergencia se debe enteramente a las presiones evolutivas dadas por la selección natural pues en ambientes marinos la alimentación de suspensión es muy exitosa. De igual forma, los peces gigantes del Mesozoico exhiben estrategias muy eficaces de filtración de alimentos que también han evolucionado de manera convergente en las ballenas.
“Estos grandes peces llenaron primero el nicho que ahora es ocupado por las ballenas en el ecosistema oceánico. Sin embargo, cuando estos se extinguieron, la evolución de las ballenas permitió que estas ocupen el nicho dejado por los peces gigantes, lo cual sucedió hace al menos unos 50 millones de años.”
En un estudio publicado por la revista Science, un grupo de investigadores dirigidos por Felix Marx y Mark Uhen de la Universidad de Oxford en Reino Unido y la Universidad de Otago en Nueva Zelanda respectivamente, muestran que a medida que las ballenas llenaron el nicho vacante dejado por esos peces gigantes que filtraban su alimentación, la diversidad de ballenas estuvo controlada por la evolución simultánea de pequeños microrganismos llamados diatomeas, un tipo común de fitoplancton, componente básico de la dieta de las ballenas.
Los investigadores del Reino Unido y Nueva Zelanda utilizaron registros de isótopos estables de oxígeno para validar la teoría de que, hace entre 30 y 40 millones de años, la evolución de ballenas y delfines se mantuvo por cambios biológicos ligados a su cercano enlace y coevolución con los microorganismos de los cuales se alimentan, las diatomeas, de la mano con profundos cambios climáticos, lo cual permitió que las ballenas sean mamíferos tan exitosos en los ambientes marinos.
Imágenes: University of Oxford; desde arriba hacia abajo: Ilustración del prehistórico pez gigante filtrador Bonnericthys, por Robert Nicholls; Diagrama mostrando la reconstrucción de Bonnericthys y la posible posición de los huesos, por Oxford University; Kenshu Shimada y Tom Nolan excavando uno de los fósiles, por Kenshu Shimada.
Este artículo fue transmitido en la Radio Urbana 106.9 FM como parte del segmento "Ojo Científico" del programa Dimensión Urbana.
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